
La terapia psicológica está dividida en tres fases: Evaluación, Tratamiento y Seguimiento. Durante la primera fase, se realiza una evaluación del problema que consiste en recoger información acerca de cuál es el problema, cómo se inició y porqué persiste en la actualidad. Se extiende a lo largo de 2-4 sesiones, donde la persona tiene que responder a alunas preguntas y completar algunas tareas y cuestionarios. Tras esta primera fase se informa a la persona de los resultados obtenidos y se establecen los objetivos terapéuticos que van a guiar la intervención.
La segunda fase de la terapia es la puesta en marcha del tratamiento, que consiste en la aplicación de las técnicas psicológicas necesarias para la consecución de los objetivos planteados y ayudar a la persona a resolver sus dificultades. La duración de esta fase es variable según el problema.
Generalmente se recomiendan sesiones semanales hasta conseguir un avance significativo en la solución del problema.
El seguimiento, la tercera fase consiste en revisiones periódicas del caso para consolidar objetivos y evitar recaídas. Inicialmente se establecen con una periodicidad quincenal, y se van espaciando con revisiones cada 1, 3 y 6 meses. Normalmente todo el proceso lleva tiempo muy variable, dependiendo de la gravedad del problema y la evolución de la persona.